

El Babà Napoletano
Orgullo Dulce de Nápoles
Hay postres que son simples placeres, y otros que se convierten en símbolos de una ciudad. En Nápoles, ese título pertenece al babà, un pequeño bizcocho dorado, empapado en ron y coronado con brillo, que representa la elegancia y la generosidad de la repostería del sur de Italia. Su textura, su perfume y su historia lo han convertido en un verdadero emblema napolitano.
De la corte polaca a las pastelerías de Nápoles
El babà tiene un origen más cosmopolita de lo que muchos imaginan. Nació en el siglo XVIII en Polonia, donde el rey Estanislao Leszczynski, exiliado y gran amante de la gastronomía, pidió adaptar un dulce seco tipo kugelhopf para hacerlo más húmedo y aromático.
Los cocineros franceses de su corte lo bañaron en vino dulce o ron, y el resultado fue tan exitoso que la receta viajó a Francia bajo el nombre de baba au rhum.
A mediados del siglo XIX, los pasteleros napolitanos —maestros en reinterpretar sabores extranjeros— adoptaron y transformaron la receta, dándole su sello inconfundible. Así nació el babà napoletano, más esponjoso, más brillante y siempre perfumado con ron, símbolo de refinamiento y hospitalidad.
El arte de hacerlo perfecto
El secreto del babà reside en su masa levada, ligera y elástica, preparada con harina de fuerza, huevos, mantequilla y levadura. Tras un largo proceso de fermentación, los pequeños moldes con forma de hongo se hornean hasta adquirir su característico color ámbar.
Pero el verdadero toque mágico llega después: los babà se sumergen en un sirope de ron y azúcar hasta quedar empapados, brillantes y jugosos por dentro. El equilibrio entre la dulzura del almíbar y la intensidad del licor define su carácter.
Existen distintas versiones del babà. El clásico, servido al natural, es puro equilibrio entre textura y aroma. En las pastelerías más refinadas se presentan también rellenos de crema pastelera, nata montada o frutas frescas, y algunos chefs contemporáneos los reinterpretan con jarabes aromatizados con limoncello o Strega, manteniendo intacta su esencia napolitana.
Símbolo de identidad y hospitalidad
Más que un postre, el babà es un icono de la cultura napolitana. Representa la alegría de compartir, la pasión por el detalle y el respeto por las tradiciones. En cualquier pasticceria de Nápoles, las vitrinas rebosan de estos dulces bañados en ron, brillando como pequeñas joyas doradas.
Su aroma se asocia a las celebraciones familiares, a los domingos y a las sobremesas que se alargan entre risas y café espresso.
Hoy, el babà ha trascendido fronteras y se sirve en restaurantes y hoteles de todo el mundo, pero su corazón sigue latiendo en Nápoles, donde cada bocado recuerda que la pastelería italiana es, ante todo, una forma de arte.
